
El crecimiento del coliving ha puesto sobre la mesa un principio esencial para la arquitectura y el diseño interior contemporáneos: el modo en que habitamos influye directamente en nuestro bienestar y en la calidad de nuestras relaciones.
La arquitectura en el coliving define la estructura de esa experiencia: cómo se distribuyen los espacios, cómo circula la luz y cómo se articulan las zonas privadas y las comunes. Un espacio común bien diseñado —luminoso, cómodo y con atmósfera acogedora— invita a quedarse, conversar o simplemente compartir presencia.
El interiorismo traduce esos valores en atmósferas. La selección de materiales, texturas y mobiliario moldea la percepción del hogar y contribuye al equilibrio entre concentración, descanso y apertura hacia los demás. Cada decisión de diseño impacta en la manera en que se vive el espacio.
En paralelo, la arquitectura saludable cobra protagonismo en este tipo de viviendas: se trata de diseñar entornos que promuevan el bienestar físico, mental y social de los residentes, combinando confort, sostenibilidad y equilibrio.Sus pilares son:
Calidad ambiental: ventilación natural, iluminación equilibrada y materiales saludables.
Bienestar físico: ergonomía, accesibilidad y espacios que inviten al movimiento.
Bienestar mental: áreas de descanso, contacto con la naturaleza y diseño sensorial.
Conexión social: zonas comunes pensadas para encuentros espontáneos y actividades compartidas.
Sostenibilidad: eficiencia energética, ahorro de agua y respeto por el entorno.
El objetivo no es construir lugares donde convivir, sino crear espacios que acompañen distintos modos de vivir: donde cada persona pueda disfrutar de su independencia y, al mismo tiempo, sentirse parte de un entorno cuidado, estético y humano.